martes, 31 de octubre de 2023

NOSTALGIA POR UN ICONO URBANO

 




Yo cruzaba la avenida Tamanaco hacia el Centro Lido y buscaba un kiosko donde recargar la línea del móvil cuando, mientras esperaba mi turno recordé, mirando desde la Torre Europa en la avenida Miranda hacia el Centro Empresarial Galipán, al antiguo edificio Galipán, construido en 1952 y que fue demolido en el año 1999 para ser construido el grupo de tres torres que conforman el ahora centro empresarial. Recordé que había un café y restaurante en la planta baja que daba hacia la avenida Miranda. De hecho, las últimas veces que fui al edificio Galipán fue para tomar un café con algún compañero de oficina, acción que habría sido repetida quizás unas tres veces en total en aquel año, que muy probablemente sería el año de 1998. Había en la planta baja además de tiendas de ropa, agencias de viajes, el café cuya ubicación exacta no recuerdo, posiblemente estaba hacia el lado más occidental de la fachada, y en frente a la Avenida F. de Miranda. El bloque que conformaba la fachada hacia la avenida tenia dos niveles, en el segundo nivel los locales comerciales tenían en lugar de pared un ventanal en vidrio de piso al techo, que daba un aire de modernidad a esa fachada, y permitía a los peatones ver la mercancía o afiches de tienda.

El café-restaurante era sobrio y elegante, vendían postres de repostería europea y al mediodía ofrecían un menú de almuerzo. En sus paredes habían foto-afiches en blanco y negro del propio edificio Galipán y de la avenida Miranda en los años 50. El edificio, construido en 1952, contaba con tres torres, para apartamentos de vivienda y comercios. He leído que contaba con un elegante restaurante en el Pent House. Pero no se nada más al respecto.


Bien, habiendo estado fuera de Caracas por casi doce años, me pregunté en ese momento si en el nuevo e impresionante Centro Empresarial habría algún café en su planta baja, que fuera similar al que yo recordaba, y poder tomar un café quizás con un poco de postre. Me dirigí al centro empresarial para encontrar con frustración que el grupo de edificios, al igual que otras construcciones con mucho vidrio y pretensiones modernistas no tienen locales de comida, al entrar a la torre central inmediatamente “fui atendido” por un vigilante con paltó y corbata quien me preguntó a dónde me dirigía.

- Busco un café, le dije ¿hay alguno por acá o restaurante?,

- No señor, me contestó. - Muchas gracias, dije, di media vuelta y salí.


Y al caminar decepcionado hacia el Centro Lido, pensé en la doble frustración, la primera, no tener un momento de paz con un buen café, y la segunda, confirmar que no tenemos apego por la tradición, no valoramos los emblemas de la ciudad, y por consecuencia, no nos interesa la historia.


Yo sabía que el viejo edificio Galipán tenía que ser importante para la arquitectura pero también debía resultar importante para la historia de la ciudad, e investigando en internet averigüé que sí, efectivamente, fue diseñado por el arquitecto Gustavo Guinand Van der Valls, que fue declarado Patrimonio Histórico del Municipio Chacao, que rápidamente y debido a la presión de intereses inmobiliarios se revocó esa designación y fue demolido en 1999, como si era prioritario que no llegara al nuevo siglo. Averigüé también que debido a su demolición una arquitecta, Hannia Gómez creó la Fundación de la Memoria Urbana “con la finalidad de defender, salvaguardar y promover la memoria arquitectónica de Caracas y de otras ciudades”.

Bien, al menos a alguien le dolió la caída de un ícono urbano. El edificio Galipán, aún después de 24 años de su caída despierta recuerdos aunque quizás no nostalgias, de una época en que quizás fuimos felices y no lo sabíamos.


Enlaces a fuentes

https://hanniagomez.blogspot.com/2007/08/flores-al-galipn.html

https://elestimulo.com/climax/ciudad/2018-08-02/la-caracas-que-ya-no-existe/

https://fundamemoria.tripod.com/id37.html





jueves, 8 de diciembre de 2022

sábado, 19 de noviembre de 2022

Poema: Gacela del amor imprevisto

 

Autor: Federico García Lorca



Nadie comprendía el perfume

de la oscura magnolia de tu vientre.

Nadie sabía que martirizabas

un colibrí de amor entre los dientes.

Mil caballitos persas se dormían

en la plaza con luna de tu frente,

mientras que yo enlazaba cuatro noches

tu cintura enemiga de la nieve.

Entre yeso y jazmines, tu mirada

era un pálido ramo de simientes.

Yo busqué para darte por mi pecho

las letras de marfil que dicen “siempre.

Siempre, siempre”, jardín de mi agonía,

tu cuerpo fugitivo para siempre,

la sangre de tus venas en mi boca,

tu boca ya sin luz para mi muerte.










Canción de Carlos Cano en YouTube:

https://youtu.be/UVOT73fTiLU?list=PLDtszg9eT1fzwhPDDvl4irXJcVoUVplcY



lunes, 27 de junio de 2022

Granada, calle de Elvira

 

En su libro, Alhambra (Cuentos de La Alhambra como se conoce en versión traducida) Washington Irving describe una leyenda.


"La Torre de las Infantas, residencia en otro tiempo de las tres encantadoras princesas moras, participaba del abandono general: la araña tejía su tela en lo alto de los dorados camarines, a la vez que los murciélagos y las lechuzas anidaban en aquellos primeros aposentos, realzados en otro tiempo con la presencia de Zayda, Zorayda y Zorahayda. El abandono de esta Torre obedecía principalmente a la superstición de los habitantes, pues había circulado el rumor de que la sombra fantástica de la joven Zorahayda, que había exhalado su último suspiro en aquella Torre, se veía con frecuencia a la luz de la luna reclinada junto a la fuente del saloncito, o llorando en lo alto del adarve; y que otras veces, a medianoche, oían los acordes de su argentino laúd los caminantes que transitaban por lo hondo de la solitaria cañada."

Leyenda de la Rosa de la Alhambra o el Paje y el Halcón. Cuentos de la Alhambra. Publicadas versiones traducidas en 1888 y 1893.


Y por ende, hay un poema que hace referencia a la leyenda.



Granada, calle de Elvira

Federico García Lorca - Paco Ibáñez

Granada, calle de Elvira,

donde viven las manolas,

las que se van a la Alhambra,

las tres y las cuatro solas.

Una vestida de verde,

otra de malva, y la otra,

un corselete escocés

con cintas hasta la cola.


Las que van delante, garzas

la que va detrás, paloma,

abren por las alamedas

muselinas misteriosas.

¡Ay qué oscura está la Alhambra!

¿Adónde irán las manolas

mientras sufren en la umbría

el surtidor y la rosa?


¿Qué galanes las esperan?

¿Bajo qué mirto reposan?

¿Qué manos roban perfumes

a sus dos flores redondas?

Nadie va con ellas, nadie;

dos garzas y una paloma.

Pero en el mundo hay galanes

que se tapan con las hojas.


La catedral ha dejado

bronces que la brisa toma;

El Genil duerme a sus bueyes

y el Dauro a sus mariposas.

La noche viene cargada

con sus colinas de sombra;

una enseña los zapatos

entre volantes de blonda;


la mayor abre sus ojos

y la menor los entorna.

¿Quién serán aquellas tres

de alto pecho y larga cola?

¿Por qué agitan los pañuelos?

¿A dónde irán a estas horas?

Granada, calle de Elvira,

dónde viven las manolas,

las que se van a la Alhambra,

las tres y las cuatro solas.




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