La versión leída forma parte del libro “CUENTOS MEMORABLES”
publicado por la editorial Punto de Lectura en el cual se encuentran doce
relatos calificados por Jorge Luis Borges como “memorables”.
Cuento muy conocido de Guy de Maupassant, ubicado en 1880
durante la guerra franco-prusiana, clasificado como relato “realista”, narra en
detalle un episodio que sirve de pretexto para hacer una dura crítica social a
burgueses, aristócratas y hasta a religiosos de finales del siglo XIX.
Argumento:
Un grupo de personajes pudientes de Ruán, ciudad ocupada por
el ejército prusiano, consiguen un salvoconducto para viajar a El Havre con la
esperanza de viajar a Inglaterra posteriormente huyendo de la ocupación o
permanecer en El Havre con sus negocios. Viajan en una espaciosa diligencia
tirada por cuatro caballos en pleno invierno entre caminos nevados. Entre
ellos, “respetables ciudadanos”, se encuentra una prostituta Elisabeth Rousset (dama
galante de buena posición) regordeta, pero deseable, a quien apodan entre
jocosa y despectivamente “bola de sebo” quien es el personaje central.
El grupo de decentes
ciudadanos está formado por:
·
El señor y señora Louiseau, comerciantes de
vino, nuevos ricos. Louiseau antiguo empleado de un comerciante de vinos
aprovecha la baja de las ventas y compra la existencia quedándose con el
negocio, es ordinario y hace bromas de mal gusto, es quien se atreve siempre a
dar el primer paso en las decisiones del grupo.
·
El señor y señora Carré-Lamadon, él es
industrial del algodón, dueño de tres hilanderías, caballero de la Legión de
Honor y miembro del Consejo General. La señora Carré-Lamadon “mucho más joven
que su marido, era el consuelo de los oficiales de buena familia enviados de
guarnición a Ruán”.
·
Los condes Hubert de Breville, “descendientes de
uno de los más antiguos y noble linajes de Normandía”. El conde, viejo aristócrata,
exagera su parecido con el rey Enrique IV. La familia explotaba la leyenda
según la cual, el rey engendró en una señora Breville un hijo, “gloria singular”
por la cual, concedió el título de conde y gobernador de la provincia al marido.
La condesa de origen humilde, se comporta a la altura de la más rancia alcurnia
en las reuniones sociales, es apreciada por su posible relación amorosa con un
hijo del rey.
·
Un par de religiosas, una vieja con la cara
picada por la viruela, la otra joven con aspecto de tísica.
·
Un político de apellido Cornudet, quien espera
la instauración de la república, hijo de un acaudalado confitero, ha malbaratado
la fortuna del padre. Quiso ser prefecto y organizó trincheras en contra de los
invasores pero “al aproximarse los invasores, orgulloso de su obra se replegó a
la ciudad”.
El
viaje se torna mucho más largo de lo pensado y ninguno de los viajeros tomó
previsión de llevar alimentos para el camino, con excepción de bola de sebo,
quien llevaba buena provisión de comida. No escatima esos alimentos y los
comparte de buena gana con los demás.
Al
llegar a una posada a pernoctar en Tôtes, se encuentran con un oficial prusiano
quien luego de pedir las identificaciones y salvoconducto los retiene en la
posada sin dejarlos continuar el viaje hasta no recibir los favores de bola de
sebo. Ésta indignada se resiste. Los demás viajeros en vista del retraso a que
son sometidos se ponen de acuerdo en convencer a bola de sebo para que acceda a
los requerimientos del oficial, siendo la religiosa vieja la que al final de
los argumentos de los demás da el más contundente al decir que no sería un
pecado “sacrificarse” para el bien de los demás. Bola de sebo accede aunque
temerosa al sacrificio más por ayudar a los demás que por tener interés en
continuar el viaje.
Al día siguiente los viajeros son permitidos de continuar el
viaje. Sin embargo, en la diligencia las señoras “decentes” no se atreven ni a
hablar con Bola de Sebo, pues, es una pecadora. Para colmo, esta vez todos llevan
alimentos para el camino, con excepción de Bola de Sebo, quien debido a su
actividad de la noche anterior no pudo apertrecharse de alimentos. Además del
aislamiento a que se ve sometida, sus compañeros viajeros no son capaces de
ofrecerle algún alimento. La Rousset llora desconsolada… mientras Cornudet canta La Marsellesa.
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