domingo, 19 de febrero de 2012

Bola de sebo. Sencillo Cuento de Guy de Maupassant que se convirtió en su época en fuerte crítica social.


La versión leída forma parte del libro “CUENTOS MEMORABLES” publicado por la editorial Punto de Lectura en el cual se encuentran doce relatos calificados por Jorge Luis Borges como “memorables”.

Cuento muy conocido de Guy de Maupassant, ubicado en 1880 durante la guerra franco-prusiana, clasificado como relato “realista”, narra en detalle un episodio que sirve de pretexto para hacer una dura crítica social a burgueses, aristócratas y hasta a religiosos de finales del siglo XIX.

Argumento:

Un grupo de personajes pudientes de Ruán, ciudad ocupada por el ejército prusiano, consiguen un salvoconducto para viajar a El Havre con la esperanza de viajar a Inglaterra posteriormente huyendo de la ocupación o permanecer en El Havre con sus negocios. Viajan en una espaciosa diligencia tirada por cuatro caballos en pleno invierno entre caminos nevados. Entre ellos, “respetables ciudadanos”, se encuentra una prostituta Elisabeth Rousset (dama galante de buena posición) regordeta, pero deseable, a quien apodan entre jocosa y despectivamente “bola de sebo” quien es el personaje central.

El grupo de decentes ciudadanos está formado por:

·        El señor y señora Louiseau, comerciantes de vino, nuevos ricos. Louiseau antiguo empleado de un comerciante de vinos aprovecha la baja de las ventas y compra la existencia quedándose con el negocio, es ordinario y hace bromas de mal gusto, es quien se atreve siempre a dar el primer paso en las decisiones del grupo.

·        El señor y señora Carré-Lamadon, él es industrial del algodón, dueño de tres hilanderías, caballero de la Legión de Honor y miembro del Consejo General. La señora Carré-Lamadon “mucho más joven que su marido, era el consuelo de los oficiales de buena familia enviados de guarnición a Ruán”.

·        Los condes Hubert de Breville, “descendientes de uno de los más antiguos y noble linajes de Normandía”. El conde, viejo aristócrata, exagera su parecido con el rey Enrique IV. La familia explotaba la leyenda según la cual, el rey engendró en una señora Breville un hijo, “gloria singular” por la cual, concedió el título de conde y gobernador de la provincia al marido. La condesa de origen humilde, se comporta a la altura de la más rancia alcurnia en las reuniones sociales, es apreciada por su posible relación amorosa con un hijo del rey.

·        Un par de religiosas, una vieja con la cara picada por la viruela, la otra joven con aspecto de tísica.

·        Un político de apellido Cornudet, quien espera la instauración de la república, hijo de un acaudalado confitero, ha malbaratado la fortuna del padre. Quiso ser prefecto y organizó trincheras en contra de los invasores pero “al aproximarse los invasores, orgulloso de su obra se replegó a la ciudad”.



El viaje se torna mucho más largo de lo pensado y ninguno de los viajeros tomó previsión de llevar alimentos para el camino, con excepción de bola de sebo, quien llevaba buena provisión de comida. No escatima esos alimentos y los comparte de buena gana con los demás.

Al llegar a una posada a pernoctar en Tôtes, se encuentran con un oficial prusiano quien luego de pedir las identificaciones y salvoconducto los retiene en la posada sin dejarlos continuar el viaje hasta no recibir los favores de bola de sebo. Ésta indignada se resiste. Los demás viajeros en vista del retraso a que son sometidos se ponen de acuerdo en convencer a bola de sebo para que acceda a los requerimientos del oficial, siendo la religiosa vieja la que al final de los argumentos de los demás da el más contundente al decir que no sería un pecado “sacrificarse” para el bien de los demás. Bola de sebo accede aunque temerosa al sacrificio más por ayudar a los demás que por tener interés en continuar el viaje.

Al día siguiente los viajeros son permitidos de continuar el viaje. Sin embargo, en la diligencia las señoras “decentes” no se atreven ni a hablar con Bola de Sebo, pues, es una pecadora. Para colmo, esta vez todos llevan alimentos para el camino, con excepción de Bola de Sebo, quien debido a su actividad de la noche anterior no pudo apertrecharse de alimentos. Además del aislamiento a que se ve sometida, sus compañeros viajeros no son capaces de ofrecerle algún alimento. La Rousset llora desconsolada…  mientras Cornudet canta La Marsellesa.

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