Un fragmento de la novela
Pero
¿qué era…? Aguzó todos sus sentidos. ¿Qué le evocaba ese paseo entre las
sombras del bosque dormido? Debían de ser palabras, una situación, algo vivido,
oído, sentido, algo envuelto en una melodía, algo enterrado en lo más profundo,
que no había tocado en años y años.
Y,
de repente, se abrió una grieta centelleante en la oscuridad del olvido: eran
palabras, un poema que ella le había leído una vez en su habitación al caer la
tarde. Un poema, sí, en francés, evocó las palabras que, como traídas por un
viento cálido que las arrancaba del pasado, subieron de golpe hasta sus labios
y así escuchó, después de una década, los versos olvidados de un poema en una
lengua extranjera recitados por su voz:
Dans le vieux parc solitaire et glacé
Deux Spectres cherchent le passé.
Y
en cuanto su memoria se iluminó con esos versos, acabó de completar la imagen:
la lámpara ardiendo con su luz dorada en el salón oscuro donde ella le había
leído a la caída de la tarde este poema de Verlaine. La veía entre las sombras
de la lámpara tal y como estaba sentada aquella noche, cerca y lejos a un
tiempo, amada e inalcanzable; sintió de repente su mismo corazón de entonces
palpitando de excitación, oyó la voz de ella columpiándose sobre la sonora onda
de los versos; en el poema —aunque sólo en el poema— podía oír cómo pronunciaba
la palabra «nostalgia» y la palabra «amor», en una lengua extranjera, es
cierto, y dirigidas a un extraño, pero oírlas al fin y al cabo con el tono
embriagador de esta voz, de su voz. ¿Cómo había podido olvidar durante tantos
años ese poema, esa velada en la que solos en la casa, confusos por ello, huyeron
de la embarazosa conversación buscando un punto de encuentro más amable en los
libros, donde, detrás de las palabras y de la melodía, de vez en cuando brilla
el relámpago que nos permite reconocer un sentimiento íntimo, como la luz que
atraviesa la fronda de arbustos, chispeante, intangible, y sin embargo
llenándonos de una dicha inefable? ¿Cómo había podido olvidarlo durante tanto
tiempo? ¿Y cómo había recuperado, también de repente, ese poema perdido? Sin
darse cuenta, tradujo para sí aquellos versos:
En el viejo parque gélido y nevado,
dos sombras buscan su pasado.
Y
al recitarlos los entendió, la llave luminosa y pesada que descubría su secreto
cayó en sus manos, desde la sima donde dormía se alzó una asociación clara,
aguda, arrancada de sus recuerdos: las sombras de las que se hablaba allí estaban
sobre el camino, sus sombras habían removido y despertado aquellas palabras,
sí, pero todavía había más. Estremeciéndose de miedo descubrió de repente una
segunda interpretación que lo aterró; habían sido unas palabras proféticas,
cargadas de sentido. ¿Acaso no eran ellos mismos esas sombras que buscaban su
pasado dirigiendo absurdas preguntas a un entonces que ya no era real? Sombras, sombras que querían convertirse en
algo vivo y que no lo lograban. Ni ella ni él eran los mismos y, sin embargo,
seguían buscándose afanosamente, siempre en vano, huyendo y reteniéndose,
esforzándose denodadamente, cuando carecían de ser y de fuerzas para lograrlo,
como los negros fantasmas que tenían ante sus pies."
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